Mi mundo
¡Ah!, cuando tus labios susurraron
tan sólo una tibia palabra.
Entonces me sumergí en loco éxtasis,
desamparado fui barrido a lo lejos.
Desde lo más profundo de mi alma,
en nervio y espíritu fui afligido
como un demonio, cuando el gran mago
atacó con relampagueante empeño y habló.
¿Porqué deberían las palabras intentar forzarse en vano,
siendo sonido y nebuloso cansancio
que es infinito, como el dolor anhelante
como tu mismo y como el todo?
KARL MARX
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