jueves, 18 de octubre de 2012

LAS HISTORIAS DE MI ABUELO En México existe una leyenda muy antigua desde tiempos prehispánicos, la leyenda de los naguales que a sobrevivido a través de los siglos hasta nuestros días. En la década de los 60s los naguales se vuelven famosos a nivel mundial de la mano del antropólogo y aprendiz de brujo Carlos Castañeda y del indio y chaman yaqui don Juan Matus. Lo que voy a relatar a continuación me lo contó mi abuelo cuando era joven, en pleno siglo xx en la Ciudad de México, su encuentro con esos seres mitológicos, mitad hombre mitad bestia. Corría el año de 1954 comenzaban las lluvias de agosto, el sonido de la lluvia en la noche apacible se vio perturbado por cinco disparos de escopeta, el fogonazo de la pólvora de los proyectiles al salir violentamente encendieron la oscuridad y enceguecieron momentáneamente al hombre que acciono su arma en contra de esos "perros" en realidad eran del doble del tamaño de un perro normal con fuerte musculatura y largo y abrigado pelaje, sus ojos de odio lo mas aterrador de su apariencia, eran ¡ojos de humano! -Maldición e fallado pensó angustiado. El perro de mayor tamaño se acerco sigilosamente mostrando agresivamente sus colmillos descomunales, se puso en dos patas y... ¿Qué hacer? La cosa era horrible, inverosímil, inaguantable.. Pero él tenía ya a la muerte muy cerca. De un certero zarpazo con sus inmensas garras afiladas como puñales, le cerceno la cabeza aquel hombre. Luego se escucho a los naguales corren entre la oscuridad y a los perros ladrando furiosos detrás de ellos hasta perderse en la lejanía. Quedo la noche en silencio...un silencio sepulcral. El camino aparecía teñido de sangre. Se han marchado pero volverán... se persignaron y se pusieron a rezar desconsoladamente con el pánico de quien siente la muerte rondando en su forma mas aterradora y cruel. -Yo realmente no tengo valor, soy el más débil de los siervos del Señor -sollozaba mi abuelo debajo de su cama. -Debes tener fe, mucha fe -replicaba animándole su mujer Al amanecer del día siguiente, mi abuelo se dirigió a pie, calzado con sus hermosas botas negras, al patio donde vio horrorizado un charco de sangre, cabellos y pedazos de piel vísceras regadas de lo que algún día no muy lejano fue su tío Ernesto, su querido tío, hombre mujeriego, parrandero y jugador al que sus amigos le llamaban el muchacho alegre y según contaba mi abuelito le daba cierto parecido a Jorge Negrete. Fumaba silenciosamente una pipa y, quitándola de entre sus labios, movió tristemente la cabeza. -Yo soy un hombre -dijo mi abuelo pero me e comportado como una gallina -Seguro, tú eres un hombre; eres mi macho, pero mi oscuro entendimiento no puede adivinar lo que tú piensas y crees. replico mi abuela sorprendida -No puede ser -dijo-. Yo, voy a mandar al infierno a esos hijos de puta. -Pues yo te aseguro que creo firmemente que todo fue hecho por esos naguales los vieron rondando la noche anterior, eran cuatro se movían furtivamente entre las sombras intervino Miguel el hermano de mi abuelo. -Pasado mañana es luna llena iremos a buscarlos y los mataremos ya sea en su forma humana o en su forma de bestia. Se que tienen su jacal por el rumbo de Xochimilco. dijo resueltamente mi abuelo con una determinación que dejo perplejos a los presentes. En la mirada de mi abuelo se leía la voluntad y el deseo de vencer. Tan convencido estaba de que su misión era inspiración divina, que no tenía ni la más ligera sombra de miedo, a pesar de que sabía que era el primer hombre que se había atrevido a penetrar en los inexpugnables dominios de los naguales y desafiarlos a muerte. A través de la maleza , mi abuelo, seguido de cerca por su hermano, apareció. Las famosas botas se le habían llenado de agua y barro al vadear las chinampas. La luna llena se mostraba majestuosa en lo alto del cielo nocturno, se escuchaba el canto del búho y dicen que cuando el búho canta el indio muere. -Puedo jurar que no soy ningún cobarde, y no obstante esta proposición de viajar a uno y otro lado de la frontera de la muerte me produjo un pánico. dijo su hermano Miguel --Tlacatecotl, mal diablo, Lacrón jijo de un dimoño; ahora lo veremos quien es cada cual. dijo mi abuelo, lentamente acariciando su escopeta 30 30 de la época de la revolución. El plan era simple entrar a la pocilga de los brujos acribillarlos atiros y luego quemar los jacales, para borrar de la faz de la tierra a esas criaturas maldita que tenían pacto con el demonio. En el camino vieron una sombra, la noche no era tan oscura pues la luna llena daba un poco de claridad y el cielo en aquellos años era diáfano, sin smog y pudieron reconocer al individuo que entraba furtivamente al jacal de los naguales era el compadre de mi abuelo.Era un hombre joven y fornido, de anchos hombros y pecho hundido, con las piernas bien formadas y muy separadas como de charro, de estatura media de ojos negros y mirada firme. Gruñó y observó a su compadre con la mirada acechante del cazador. Entonces murmuró unas cuantas sílabas guturales. -¡Ahorita mismo le vamos partir la madre al cabron!, Maldito charro monta perros, esta bala lleva su nombre es su pasaporte al mismísimo averno. Su mano vagó temblorosa sobre el pequeño gatillo como queriendo comprobar que no se trabaría en el momento decisivo. Dentro de la choza los cuatro brujos enfrente de un altar se disponían a la mágica transformación de hombres a naguales -Nada en este mundo es un regalo. Lo que ha de aprenderse debe aprenderse arduamente. Para poder conocer el nagual, hay que desarrollar la segunda atención, es decir, la clarividencia dijo el mas viejo de ellos Saludaron al compadre de mi abuelo, el llevaba en un morral unos camaleones, unos sapos y una pócima con plantas enteogenicas, que les provocaba psicosis exógena temporal, se las entrego a uno de los brujos, sacaron una pipa de barro vertieron el contenido de las plantas de poder, saludaron a los cuatro puntos cardinales del universo, el olor a incienso inundo la habitación, invocaron el espíritu de Tezcatlipoca en forma de coyote y uno a uno fueron cayendo en trance, el viejo brujo los alentaba para que sufrieran la metamorfosis de su nagual.Pero él tenía ya a la muerte muy cerca. Todos los hombres tenían que morir. No se quejaba. Así era la vida y aquello le parecía justo. Él había nacido junto a la tierra, y junto a ella había vivido, largas vidas y su ley no le era desconocida. Para todos los hijos de aquella madre tumba-matriz la ley era la misma. En eso estaban cuando de repente La puerta se abrió violentamente y mi abuelo y su hermano entraron rápidamente, sin mediar palabra abrieron fuego disparando a diestra y siniestra, aquello fue una masacre me decía mi abuelo con una risa maliciosa. El primero en ser alcanzado por las balas fue el compadre que ya estaba a mitad de su transformación en un horrible cuervo negro. Los demás fueron abatidos mientras estaban a un en estado alucinatorio y no pudieron defenderse.Solo que daba el viejo nagual que convertido en un gigantesco perro se lanzo sobre mi abuelo y su hermano, los breves y secos ladridos indicadores de la lucha cuerpo a cuerpo y de los dientes que se hincaban en la carne. Esta escalofriante imagen, como todas las impresiones de su juventud, se mantenían vivas en el cerebro de mi abuelo. -Fue mejor que en esas pinches películas gringas de vaqueros de mierda jajaja y se soltaba riendo. Había llevado a cabo una gran hazaña, el que mató con su machete en una lucha cuerpo a cuerpo aquel descomunal animal. -Tuvimos que quebrarnos a todos hasta una gallina negra y perro flaco que estaban ahí, por si las dudas. Siguió evocando los días de su juventud hasta que el fuego de la fogata empezó a extinguirse y el frío de la noche empezó a calar hasta los huesos.

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